Comisario: Ricard Mas
¡Enhorabuena! Si estás leyendo este texto (y no eres una inteligencia artificial) significa que todavía respiras. Todavía. Porque
vivir significa habitar el breve lapso de tiempo que existe entre el nacimiento y la muerte.
El arte, inseparable de la expresión humana, nos revela los innumerables discursos y reflexiones del alma en torno a sus
límites. Esta exposición online se limita a mostrar algunos casos pertenecientes a la infinidad de maneras de afrontar la
muerte, a través de obras de carácter muy distinto, en su inmensa mayoría visitables públicamente en las 22 instituciones que
forman la Red de Museos de Arte de Cataluña.
Los personajes que figuran en esta sucesión de obras ya no respiran. Sus autores tampoco. Pero nos siguen hablando. Y nos plantean una pregunta que trasciende más allá de nuestra preocupación por la finitud: ¿soy?
Temiendo morir
El miedo a morir nos mantiene vivos. Numerosos elementos nos recuerdan nuestra perecebilidad, y de todos ellos el más característico es la calavera. Las calaveras carecen de rostro y materializan la pérdida de la identidad.
Mengs: La oración en el huerto
Jesús, de doble condición humana y divina, sabedor de su destino, expresa a los suyos: “Siento dentro de mí una tristeza de muerte” (Mt 14,38) y se retira a rezar en soledad. Rogará a Dios por tres veces: "Aparta de mí esta copa", para acabar aceptando la pasión.

Picasso: Memento mori
A San Bruno, fundador de la orden monástica de la Cartuja, se le representa sosteniendo una calavera. Los monjes cartujos recuerdan diariamente su condición mortal. El joven Picasso, obsesionado con la muerte, otorga más importancia a la calavera, real, que al santo, un busto.

Sin título
Emblema que forma parte de un novenario (sufragios ofrecidos durante nueve días en honor a un difunto). En este caso, sobre los límites de la medicina: “Inútil es que la ciencia / Dicte remedios y específicos / Que en aquellos momentos tan críticos / No vale saber ni experiencia”.

De Regoyos: Víctimas de la fiesta
Dura crítica contra las corridas de toros. A menudo, en el entorno rural, la primera noción que se tenía de lo que le pasaba a un cuerpo en descomposición se debía a la visión de los équidos abandonados al aire libre. De ahí la estética de la putrefacción en las primeras vanguardias.

En la guerra
La guerra es, con permiso de las pandemias, la principal causa de muerte masiva. Desgraciadamente, la evolución de la ciencia, en lugar de favorecer las condiciones de la humanidad, las empeoró terriblemente poniéndose al servicio de la carrera bélica. Las dos guerras mundiales dan fe de ello.
Julio Antonio: Proyecto monumento a los Héroes de Tarragona
Homenaje a los tarraconenses que se opusieron a la ocupación napoleónica en 1811. La ciudad de Tarragona sostiene –tal y como se hace en los “descendimientos de la cruz” cristianos–, a uno de sus hijos fallecidos. El moderno estado nación, nacido a raíz de la revolución francesa, hace que los sacrificios patrióticos cobren sentido.

Vayreda: Luchando en la plaza
Esta obra precoz seguramente está inspirada en las propias experiencias del artista durante la tercera guerra carlista (1872-1876). Es interesante ver que, dada la poca precisión de las armas de fuego de la época, los contendientes se enfrentaban sin parapetarse.

Elias: El paseo de la muerte disfrazada
La primera guerra mundial no fue difícil de predecir. Este chiste, publicado en L'Esquella de la Torratxa en 1913, llevaba por título: "Alemania... Voilà l'ennemi". Un Kaiser apocalíptico afirma: "El día que yo me levante de mal humor... no va a quedar en Europa ni una rata para contarlo".

Fenosa: Lleida
A partir de la primera guerra mundial, la población civil se convierte en objetivo militar prioritario. Esta piedad contemporánea, posiblemente inspirada en una foto de Agustí Centelles, fue concebida a raíz del terrible bombardeo de Lleida por la Legión Cóndor el día 2 de noviembre de 1937

Con mucho dramatismo
Existen obras que se centran intensamente en llamar la atención: efectistas, escandalosas, intensamente dramáticas. Forman cuadros escénicos en los que cualquiera podría imaginar una narrativa determinada. Y nada más dramático que una muerte bien atada.
Coll Pi: Hasta luego
Este cuadro costumbrista fue adquirido por el Ayuntamiento de Sabadell: el ataúd y las flores blancas indican un deceso infantil, el padre se despide mientras el sepulturero rompe el nicho para dejar espacio. El funcionario que sostiene la tapa del ataúd aparta, pudorosamente, la mirada.

Masana: Entre la vida y la muerte
Misteriosa fotografía coloreada que ilustra un dicho popular: una joven desnuda se debate entre la vida (el viejo doctor que le toma el pulso) y la muerte (el esqueleto que se la quiere llevar). Pero también representa una envidiable oportunidad para maridar a Eros y Tánatos, deseo y muerte.

Berga i Boada: De aquellos polvos... (la punyalada)
Imagen central de un cuadro de costumbres sobre la violencia de género: una infidelidad en un baile, un asesinato con arma blanca en el hogar, y un niño abandonado en la inclusa. El título, como si de un tango se tratara, alude a la fatalidad, pero con connotaciones moralizantes.

Vilatobà: ¿En qué punto del cielo te encontraré?
Fotógrafo pictorialista y militante espiritista, el sabadellense Joan Vilatobà disfrutó la fortuna crítica con esta obra, en apariencia sobre la terrible pérdida de una hija, pero que no rehúye de sorprendentes connotaciones eróticas.

Decapitación de una mujer
Lo más parecido a los medios de comunicación de masas de antes de la Revolución Industrial eran los romances: historias recitadas o cantadas por una persona, a menudo ciega, y vendidas en pliegos impresos, encabezados por un grabado al boj. Muchos temas eran manifiestamente violentos.

Deseando
El hermanamiento de deseo y muerte se puso de moda en Europa durante el romanticismo. Giacomo Leopardi escribió: “Fratelli, a un tempo stesso, Amore e Morte / Ingeneró la sorte” (Hermanos a la vez creó la suerte / al Amor y a la Muerte). Más adelante, Freud teorizó sobre las dos grandes pulsiones humanas: la que conduce a la muerte y la que impulsa la vida, que incluye la sexualidad.
Pradilla: Doña Juana la Loca (esbozo)
La reina Juana de Castilla acabó de enloquecer con la muerte súbita de su marido Felipe de Habsburgo, en 1506. Entre Burgos, donde murió, y Granada, donde debía ser enterrado, la comitiva solo viajaba de noche, ella no se separaba nunca del féretro y en cada parada besaba los pies del difunto.

Smith: Salomé danzando
Cumpleaños mortal. Como un acto de revancha explicado en los evangelios sinópticos es transformado, por Oscar Wilde, en un delirio de erotismo y muerte: Salomé acabará besando el rostro decapitado del Bautista. Freud relacionó decapitación con castración. Y Smith borra los genitales de Salomé.

Rabascall: Atomic Kiss (Beso atómico)
Para entender esta actualización del beso de la muerte se debe ser, como mínimo, un boomer. Sólo quien haya vivido el “equilibrio del terror”, que enfrentó durante medio siglo a los bloques liderados por Estados Unidos de América y la Unión Soviética, puede entender esta angustia apocalíptica.

Nazario: Turandot
Ilustración para el cómic Turandot, basado en la ópera homónima de Puccini. Cualquier hombre que desee casarse con la princesa china Turandot deberá responder a tres enigmas propuestos por ella. Si fracasa, será decapitado. La primera víctima es un príncipe persa.

Memorablemente
Hay muertes especialmente célebres. La mayoría son mitos, leyendas e hitos religiosos. A pesar de que una de las consecuencias de la muerte sea el olvido, en estos casos la narrativa es tan poderosa que ha perdurado durante milenios.
Massanet: Pantocrátor
De título engañoso –no aparece ningún Pantocrátor–, esta composición evoca un almacén de crucifixiones y maniquíes, en un estilo vanguardista síntesis de la metafísica de De Chirico y el surrealismo. La muerte de Jesús explicada a través de fragmentos medievales que no escatiman en sangre.

Borrassà: Panel con la "matanza de los inocentes"
Según Mt 2,16, el rey Herodes, al enterarse por los reyes magos de que el nacimiento de Jesús podía constituir una amenaza, “ordenó matar a todos los niños menores de dos años de Belén y alrededores”. La placidez en los rostros de las víctimas contrasta con la abundante sangre.

Ginés: Los Santos inocentes
Una versión especialmente violenta y poco habitual de la matanza de los inocentes, en la que las madres, empoderadas y cabreadas, responden con todas sus fuerzas a los asesinos enviados por el rey Herodes. Parte de una serie de explícitas esculturas sobre el mismo tema.

Sans Cabot: Prometeo
Cuando el titán Prometeo robó el fuego a Zeus y lo entregó a los hombres, fue encadenado en una montaña. Cada día, un águila se comía su hígado... pero, dada su condición de inmortal, cada noche se le regeneraba. Y así se hubiera pasado el resto de la eternidad si Heracles no le hubiera liberado.

En la cama
Una cama no es solo un mueble para dormir, también es un lugar donde nacer, morir, reproducirse... y reponerse de una lacra. Numerosos creadores han descubierto su vocación, durante la infancia o adolescencia, después de una prolongada enfermedad que les ha obligado a permanecer en cama.
Rusiñol: Ramon Canudas, enfermo en cama
El grabador Ramon Canudas fue uno de los mejores amigos de Santiago Rusiñol. Cuando Canudas enfermó de tuberculosis, se instaló en Sitges. Allí, sentenciado por la enfermedad, Rusiñol le retrató. La expresión de su rostro pone de manifiesto a un hombre que ha asumido su destino.

Tàpies: Rinzen (Despertar repentino)
Mientras se recuperaba de una tisis, a los 18 años, Tàpies se replanteó su vida y descubrió su vocación artística. Esta cama agrandada, en la pared, y las sillas que la acompañan hacia el exterior nos invitan a una forma de pensar sin certezas inamovibles, en la que nada es definitivo.

Motu proprio
A menudo, en la cultura clásica antigua, el suicidio era un mecanismo para preservar el honor y las posesiones. Con la expansión del cristianismo, la representación de esta práctica estuvo bastante relegada hasta la llegada del romanticismo, cuando los artistas volverán a instaurar con fervor el tema e incluso la práctica.
Campeny: Lucrecia
Lucrecia, noble romana, fue violada por Sexto Tarquinio, hijo del último rey de Roma. A continuación, reunió a su familia, les explicó lo sucedido y, por honor, se suicidó. La indignación popular provocó la fuga del rey, lo cual dio lugar a la República.

Decombaz: Rellotge personal
La suicida más famosa de todos los tiempos ha sido Cleopatra, faraona de Egipto. Casada con Marco Antonio, declara la guerra a la Roma de Octavio. Para evitar ser exhibida como trofeo por las calles de Roma, se suicidó. Se la representa mordida por una víbora cerca del corazón.

Garnelo: Suicida por amor
Intenso cuadro escénico con la suicida en el suelo, frente a la cama; una imagen del amado sobre la mesita, y los familiares, tristes y quién sabe si avergonzados, leyendo la carta de despedida. El hecho de que la suicida sea una mujer puede indicar un acto desesperado para evitar el deshonor.

Naturalezas muy muertas
Antes de la irrupción de las distintas técnicas fotográficas y de su normalización, la gente tenía muy pocas formas de conservar la imagen de sus seres queridos una vez que fallecían. En los casos en los que era posible, se les dibujaba o pintaba un retrato de urgencia.
Galofré Oller: Niña muerta
Aparte de los cuadros de género, de tema religioso e histórico, Galofré Oller también realizó numerosos retratos. La mortalidad infantil, hasta comienzos del siglo XX, era muy alta. Pero ¿qué motivó retratar a esta niña muerta y no utilizar su rostro para recrearla viva?

Masriera: Retrato de la difunta Elisa Masriera Manovens
Francesc Masriera pintó, a la luz de las velas, un retrato de urgencia de su hermana muerta. Las preceptivas flores blancas indican pureza. La palidez del rostro contrasta con los ojos entreabiertos, una ligera sonrisa y una mariposa, símbolo de metamorfosis vital.

Retrato post-mortem de una chica
Con la preceptiva blancura como símbolo de pureza en los casos de deceso infantil, el daguerrotipo irá sustituyendo a la pintura como recuerdo de emergencia ante una muerte. Con la expansión de la fotografía, la gente tendrá muchas más oportunidades de acumular imágenes y ser recordada.

Topografías de la memoria
Otra técnica para preservar el recuerdo de los difuntos era hacerles una máscara antes de enterrarlos. Persona, en latín, designa a las máscaras de los actores. De ahí la palabra "personalidad". La máscara mortuoria pretende conservar la excepcionalidad individual del ser que ya no es, resumir una esencia en un rostro.
La desconocida del Sena
La desconocida más famosa de la historia pone rostro a la máscara de esta chica que, según se dice, murió ahogada en el Sena. Su belleza mortal hizo fortuna entre los artistas, y Rusiñol conservaba una copia. También presta su rostro a los maniquíes de reanimación cardiopulmonar.

Gargallo: Máscara de Isidre Nonell
Es sorprendente la cantidad de máscaras mortuorias de artistas que conservan los museos de Cataluña. En el caso de ésta, cabe destacar al autor, el escultor Pau Gargallo. Y el hecho de que Nonell muriera de tifus justo después de conseguir un reconocimiento artístico largamente negado.

Matamala: Máscara mortuoria de Antoni Gaudí
Antoni Gaudí fue atropellado por un tranvía el 7 de junio de 1926. Tres días después, moría en el Hospital de la Santa Creu. Entre llantos, el joven escultor Joan Matamala le realizaba la máscara. Matamala concluirá la fachada del nacimiento de la Sagrada Família en 1934.

El cementerio del arte
En ocasiones, los museos son cementerios en un sentido literal, porque acogen fragmentos de muertos guardados en relicarios, y cadáveres enteros momificados. En un sentido más simbólico, un museo es un mausoleo de legados artísticos. E incluso, el canon favorecido por las colecciones de los museos condiciona la libertad de la creatividad contemporánea, por eso el futurista Marinetti propugnaba su destrucción.
Momia Nesi
Eduard Toda, el Indiana Jones catalán, donó al Museo Víctor Balaguer la única momia egipcia que existe en Cataluña. Se trata de Nesi, el cuerpo momificado de un niño de sexo indeterminado, de unos cinco años. Lleva inscrita una protección de la diosa Nut y una invocación a Osiris.

Portella: Brazo relicario de San Valerio
En el interior de este brazo de plata, procedente de Roda de Isábena (Huesca), se conserva entero un hueso de antebrazo que lleva una cartela con el nombre de San Valerio. En 1050, llegaron a Roda unos restos que se creía que eran de este obispo. Parte de dichos restos acabaron en Zaragoza.

Güell: Cementerio al atardecer
Pintor paisajista y escritor, Hortensi Güell fue seguidor del estilo tardo-romántico de Modest Urgell, y de sus melancólicos cementerios a la hora del atardecer. Debido a un desengaño amoroso, Güell decidió poner fin a su vida tirándose al mar.

Rusiñol: Sin título
Rusiñol se burlaba de todo, incluso de la muerte. Como en este plato basado en el universo del Señor Esteve, donde denuncia la hipocresía del superviviente: “Espérame. Tu inolvidable Esteve” reza la inscripción, que contradice la cara de satisfacción del viudo. Que espere sentada...

Boltanski: Réserve de Suisses morts
La burocracia más mundana también se ocupa de la muerte. Boltanski creó un particular cementerio/archivo a base de fotografías de muertos, extraídas de las páginas de obituarios de periódicos suizos. Son muertos tan normales como nosotros, por eso dan aún más miedo.

Todo aquello que no está muerto, pero tampoco está vivo...
¿Puede haber vida después de la muerte? Una existencia inmaterial no puede calificarse, estrictamente, de vida. Entonces, ¿con qué palabras deberíamos calificar una vida que ha cruzado el umbral de la muerte? ¿Puede una vida eterna, sin preocupación por la muerte, seguir siendo llamada vida? Lo que no dicen las palabras, quizá se lee en las imágenes.
Cao Luaces: Levántate y fuma (lema). Cigarrillos París
"Lázaro, ven fuera" (Jn 11, 43). Con esta contundente instrucción, Jesús resucitó al hermano de sus amigas Marta y María. José María Cao ironiza sobre este famoso pasaje haciendo resucitar a un muerto al que Jesús ofrece un cigarrillo de la marca París.

Solà: Eneas y la Sibila de Cumas visitan la Estigia
Según explica Virgilio en la Eneida, Eneas visitó a la Sibila de Cumas, en la costa de la Campania. Juntos, descenderán a la laguna Estigia y llegarán al Hades en la barca de Caronte, con el objetivo de visitar al padre del héroe, que había muerto hacía poco.

Decoración mural
En la iconografía cristiana medieval, el Apocalipsis ocupa un espacio central. En el conjunto de Sant Pau de Casserres, los ángeles trompeteros (cuatro, en lugar de los siete preceptivos) anuncian a Jesús, y la resurrección de los muertos previa al Juicio Final. Temor y esperanza.

Orante
Este orante prerrománico volvió a la vida al aparecer bajo unas pinturas románicas en la iglesia de Sant Quirze de Pedret. Hay que entenderlo en un contexto apocalíptico: un pavo real sostiene un círculo con el orante dentro. En la simbología románica, el pavo real es signo de inmortalidad.
