Maneras de decir yo

Maneras de decir yo

 

Autorretrato y mujeres en la Xarxa de Museus d’Art de Catalunya

Comisaria: Cristina Masanés

 

35 obras
32 artistas
9 museos: Museu d’Art de Cerdanyola / Museu d’Art Contemporani de Barcelona / Museu d’Art de Girona / Museu d’Art de Sabadell / Museu d’Art Jaume Morera / Museu d’Art Modern de Tarragona / Museu de l’Empordà / Museu de Manresa / Museu Nacional d’Art de Catalunya

El yo es una idea bastante moderna. En primera instancia, en el siglo XVII, se tuvo que formular como concepto. Después, en el XVIII, en pintura se fue imponiendo el autorretrato. Y finalmente, en el XIX, entre la burguesía triunfó el hábito de registrar la intimidad en diarios personales. Y es que la modernidad impulsó una noción de la identidad como un proceso introspectivo que hace emerger de las profundidades del alma un yo supuestamente auténtico. Ya sea el yo pensando del ensayo, el retrato pintado o la voz privada de quien escribe un diario, lo que está en juego es la pregunta, siempre incómoda, de quien responde a mi nombre.

En la práctica moderna del autorretrato, los artistas –hombres, por supuesto– a menudo se presentan como creadores magistrales o almas torturadas. Se muestran en el estudio, pero también interpretando papeles sociales o desplegando vínculos, ya sean familiares, de maestría o de mecenazgo. En cuanto a las artistas, si bien se las ha presentado mayoritariamente como objetos y rara vez como sujetos, no es cierto que no se hayan autorretratado. Como un gesto reivindicativo de sujeto –había mucho trabajo por hacer, en este sentido-, como resultado del interés por la propia imagen o por una privilegiada conciencia física, disponemos también de autorretratos firmados por mujeres. Y más de los que pudiera parecer a primera vista

Este es un trayecto virtual por las colecciones de los museos de la Xarxa de Museus d'Art de Catalunya, en el que seguimos la línea trazada por los diferentes autorretratos realizados por mujeres. Son muy pocas las artistas que se pintan pintando. Los primeros cuadros, de finales del siglo XIX, incorporan el canon pictórico del retrato. Pero es a partir de los años sesenta cuando la autorrepresentación por parte de las artistas se hace plenamente plural, expandiendo la propia noción de autorretrato. Es evidente que el feminismo ha tenido mucho que ver, pero también la idea de un sujeto poroso vinculado a la postmodernidad y la libertad asociada al arte contemporáneo

Autorrepresentarse no es fácil, incluso en los tiempos del selfie. Además de la habilidad técnica, se necesita una cierta honestidad psicológica: ser capaz de construir acertadamente una imagen propia en la que me reconozca. Huelga decir que, en este proceso, el rostro es la parte más importante del pastel, y con el rostro, la mirada, claro. Pero esto es solo la punta del iceberg de la autorrepresentación. Os invitamos a seguir algunas de sus derivas, avisando del peligro performático de la imagen propia: no sea que diciendo como soy, me acabara pareciendo

Anatomias: cuando el yo se expresa con el cuerpo

Son muchos los retratos que, siguiendo el canon de la tradición, se concentran en el rostro y en la mirada, buscando aquello que les es propio. A veces es la amplitud de los pómulos, la torsión de la cabeza o la intensidad de los ojos. Pepita Teixidor, Trini Sotos, Maria Teresa Ripoll, Maria Noguera, Joaquim Casas y Ana Maria Smith se han decantado por esta opción. No tenemos ninguna figura completa; como mucho, retratos de tres cuartos. Tampoco tenemos ningún cuerpo fragmentado hasta bien avanzado el siglo XX, cuando, en una clara metonimia, las artistas deciden tomar una parte por el todo. Manos, pies, pechos, corazón, pulmones y otras anatomías centran los trabajos de Ana Sánchez, Ester Fabregat o Laura Cirera. ¿Es el cuerpo fragmentado del sujeto contemporáneo? ¿O es la esencialidad prehistórica que tan bien invoca Ana Mendieta con su autorretrato en una hoja? Y es que, también en arte, el yo a menudo se expresa con el cuerpo

Ana Mendieta, Sin título (Leaf Drawing). 1982. MACBA

Ana Mendieta,Sin título (Leaf Drawing), 1982
Hoja de árbol y tinta. 20 x 14 cm
Colección MACBA. Fundació MACBA.
DepósitoBrondesbury Holdings Ltd.

Mujer, inmigrada i latina

Ana Mendieta (La Habana, 1948 – Nueva York, 1985) es un nombre mítico del feminismo de los años setenta. En su breve trayectoria (solo trece años de trabajo artístico, hasta que murió asesinada) optó por el land art, el body art y la performance. Ella hablaba del “cuerpo de tierra” para describir su aproximación al arte, en la que incorporaba su figura o su huella en la naturaleza. Con un gran lirismo y una simplicidad comunicativa sorprendente, sus dibujos, realizados sobre hojas, nos conectan de una manera silenciosa y directa con los primeros autorretratos de una humanidad prelingüística.

Pepita Teixidor, Autorretrato, anterior a 1900. MNAC

Pepita Teixidor,Autorretrato, anterior a 1900.
Acuarela sobre papel. 60 x 50 cm
Museu Nacional d’Art de Catalunya

Como si emergiera de un fondo floral

Glamurosa, como si emergiera de un fondo floral. Considerada la mejor acuarelista de flores de su tiempo, desoyó las recomendaciones de su padre y de su hermano, también pintores, que le aconsejaban el retrato. Adoptando un género tradicionalmente adjudicado a las mujeres como eran las flores, podía obtener reconocimiento y una cierta autonomía, condición que valoraba. Pepita Teixidor (Barcelona, 1865-1914) se implicó en diferentes causas en favor de las mujeres, tanto en Barcelona como en París. Para su autorretrato, eligió la forma ovalada y los tonos luminosos, como de purpurina. Con una intensa vida expositiva y una buena crítica, pudo vivir de la pintura, hecho excepcional tratándose de una mujer. Murió a los 48 años

Trini Sotos, Autorretrato

Trini SotosAutorretrato1946
Oleo sobre tela. 54,5 x 45,5 cm
Colección del Museu d’Art de Sabadell

¿Por qué borra la línea?

Cuando Trini Sotos (Sabadell, 1927) se autorretrató, tenía 19 años. A los doce, había ganado el concurso infantil de la Academia de Bellas Artes de Sabadell y la familia la apuntó a las clases de Antoni Vila Arrufat hasta los diecinueve años, cuando se matriculó en la facultad de Bellas Artes de Barcelona. Su autorretrato pertenece a esta época. ¿Por qué borra la línea y elige el sfumato, este efecto pictórico que distancia la figura? ¿Qué nos transmite esta oscuridad? Si bien nos observa con mirada frágil, su decisión de ser pintora ya estaba tomada. Una decisión que la llevó a formarse en Venecia, París y Nueva York, para finalmente instalarse en Santander, en 1970

Maria Noguera, Autorretrato, c. 1935. Museu de Manresa

Maria NogueraAutorretrato, c. 1935
Pintura sobre tela. 47 x 38,5 cm
Museu de Manresa

Gira la cabeza y nos observa

Una chica gira la cabeza y nos observa. Tiene 24 años y, apoyada por el entorno familiar, quiere hacer del arte su profesión. Hija de uno de los fundadores del Orfeó Manresà, Maria Noguera (Manresa, 1906-2002) se inscribe en la Escola d'Arts i Oficis de Manresa para luego ir a la Escola Massana y a la Llotja de Barcelona. Es aquí, en las clases de Miquel Soldevila, donde descubre que lo que realmente le interesa son los esmaltes. Después de la guerra, esta esmaltadora y pintora recibe muchos encargos de arte sacro, que compagina con la docencia y la producción artística propia. No sabemos si se volvió a retratar. Sabemos que esta figura derrocha energía gracias a la mirada y la torsión del gesto

Ana Maria Smith i Marí, Autorretrato

Ana Maria Smith i Marí, Autorretrato, 1917.
Museu d’Art de Cerdanyola
Dipòsit Enrique García-Herráiz

Tras el velo de un sombrero a la moda

El éxito del hermano, el escultor, dibujante y personaje inclasificable Ismael Smith, casi borró el nombre y el trabajo de Ana María Smith i Marí (Barcelona, 1889 - Irvington, Nueva York, 1954). Esta ilustradora y dibujante modernista optó por la caricatura refinada y un cierto decadentismo. En un contexto familiar adinerado y muy singular (cuatro hijos que siempre vivieron juntos y nunca nadie tuvo descendencia), en 1919, dos años después de este autorretrato, la familia se instaló en Nueva York. Entre las pocas obras suyas que se han conservado, su retrato transmite la alegría por la vida: una joven nos mira con complicidad tras el velo de un sombrero a la moda, con colorete en las mejillas y lunar incluidos

Maria Teresa Ripoll, Autorretrato, 1948. Museu d’Art Modern de Tarragona

Maria Teresa Ripoll, Autorretrato, 1948
Dibujo al grafito sobre papel. 48 x 32 cm
Museu d’Art Modern de Tarragona

Quizás una renuncia

Maria Teresa Ripoll (Tarragona, 1914-1987) accedió, en 1935, al Taller-Escola d'Art de la Generalitat en Tarragona, un experimento modélico en la enseñanza de las artes plásticas en Cataluña, obteniendo una de las dos becas de escultura que se daban en dicho centro. Con una obra realista cercana al novecentismo, inició una trayectoria que pronto abandonó: cuando en 1948 se trasladó a Roma y después a La Habana por motivos profesionales de su marido, dejó la escultura. Por tanto, este un retrato de un momento de paso, quizás una renuncia. Si bien el cuerpo se muestra apenas esbozado, destaca la contundencia de la mirada. ¿Qué mensaje contiene?

Joaquima Casas, Autorretrato

Joaquima Casas, Autorretrato, 1996
Acuarela sobre papel. 55,7 x 45,5 cm
Museu d’Art de Girona. Dipòsit Generalitat de Catalunya. Col·lecció Nacional d’Art

Un yo expuesto a la mirada ajena

La ventana, la puerta o el espejo son recursos habituales en la autorrepresentación pictórica. Si bien el espejo tiene unas connotaciones claramente filosóficas, la ventana, como en esta acuarela de Joaquima Casas (Girona, 1931), funciona como elemento arquitectónico, un punto de apoyo para un yo expuesto a la mirada ajena. Un autorretrato en edad de madurez de una artista que, después de vivir cuarenta años en Egipto, ha vuelto a Girona. No es la primera vez que la artista se retrata. Para su autorretrato de madurez, ha escogido la figura de tres cuartos y los tonos suaves en que el cuerpo se confunde con el fondo para conferir todo el protagonismo al rostro, de una gran serenidad, y a las manos, castigadas por los años

Laura Cirera, Serie Anatomía descriptiva

Laura Cirera, Serie Anatomía descriptiva, 1999
Estampado sobre gasa hidrófila. 18,5 x 18,5 cm cada uno
Museu d’Art Jaume Morera

Cerebro, pulmones, corazón, riñones, hígado, estómago

Cerebro, pulmones, corazón, riñones, hígado, estómago. Laura Cirera (Alpicat, 1971) ha optado por un retrato orgánico del yo. Si bien en otras propuestas ha llevado a cabo una exposición performática del sujeto artista (como en la acción Individuo inútil, en la que se mostraba en la calle, descalza y pidiendo dinero, con un papel en la mano donde se podía leer "artista"), en este caso realiza una aproximación anatómica a la idea del cuerpo. La gasa hidrófila, este tejido de algodón de uso sanitario y dimensiones reducidas, convertido en materia artística, evoca una fragilidad extrema. El color rojo de los órganos representados aporta el elemento sanguíneo. Una serie en la que la factura manual toma todo el protagonismo, al tiempo que se produce una reversión contemporánea del estudio anatómico.

Ana Sánchez, Sin título, 2002. Museu d’Art Modern de Tarragona

Ana Sánchez, Sin título, 2002
Técnica mixta sobre papel. 125 x 182 cm
Museu d’Art Modern de Tarragona

¿Manos? ¿piel animal?

Ana Sánchez (Salamanca, 1964) trabaja con las manos. Con propuestas de gran lirismo, utiliza telas, libros y materiales impresos para construir objetos que privilegian la idea de textura y de sensorialidad táctil. La mano se convierte un elemento central de su idea y práctica del arte. Es así como esta composición fotográfica, construida como un mosaico de manos, alcanza un sentido plenamente autorrepresentativo. Mirado desde la distancia, su conjunto de manos adquiere un aire de piel de serpiente y dibuja un movimiento claramente orgánico. ¿Manos? ¿Piel animal? ¿Movimiento tectónico?

Ester Fabregat, Piel de tetas

Ester Fabregat, Piel de tetas, 2010
Técnica fotográfica, vestido de polipropilneno y percha de madera
2 fotografias, 1 vestido y 1 percha. Dimensiones variadas
Museu d’Art Modern de Tarragona

¿Qué cuerpo me dice?

Enfundada dentro de una segunda piel de polipropileno de color carne y unas largas protuberancias a modo de pechos, Ester Fabregat (Tarragona, 1977) se sumerge en el agua, un medio líquido que le permite ensayar nuevos movimientos y nuevas maneras de estar en el mundo. Si la idea de metamorfosis estructura buena parte de su trabajo, en Piel de tetas se vale de una nueva epidermis identitaria que altera el volumen de su cuerpo. Una obra de lectura múltiple y dimensión mitológica que remite, de una manera muy directa, al trayecto que supone la construcción corporal de la identidad. ¿Qué cuerpo me dice?, pregunta dentro del agua

Un yo biográfico

A veces la anatomía no es suficiente y emerge un yo biográfico. Un yo que no se reconoce en el momento congelado y se ubica en la temporalidad de la vida. Son los retratos en los que se cuenta una historia de vida y en los que la imagen propia se construye como un relato: es el retorno de Fina Miralles o de la juventud fotografiada de Cristina Núñez. Es el vínculo con la madre evocado por Ana Marín, el diálogo con el padre de Andrea Lerín, la maternidad uterina de Mari Chordà, el álbum familiar de Carme Coma y Montse Gomis o la figura de la hermana de Barbara Stammel. En unas y otras, hay un sujeto abocado al tiempo y a la trama, inagotable, de relaciones y vínculos

Mari Chordà, Autorretrato embarazada

Mari Chordà, Autorretrato embarazada, 1966-1967
Guaix embarnizado sobre cartón. 25 x 35 cm (cada uno)
Museu Nacional d’Art de Catalunya

No son retratos, son afirmaciones

Entre 1966 y 1967, Mari Chordà (Amposta, 1942) registró los meses de embarazo de su hija Àngela, que había llegado de manera inesperada cuando aún estudiaba arte. Fue pionera, ya que se adelantó a otros artistas del ámbito internacional que hicieron lo mismo posteriormente. Paula Modersohn-Becker se autorretrató desnuda y embarazada en 1906, a pesar de no estarlo. En un caso y en el otro, no son retratos, son afirmaciones. Los pequeños gouaches de Mari Chordà (estos corresponden al primero, séptimo y noveno mes), con sus formas orgánicas de estética pop y colores irreverentes en la paleta clásica del retrato, contienen un diario matricial de la gestación.

Anna Marín, La source I / 12 de abril, 1965 – 2003. Museu de l’Empordà

Anna Marín, La source I / 12 de abril, 1965 - 2003.
Fotografía. 100 x 150 cm
Museu de l’Empordà

El mito del origen

En 2003, Anna Marín presentó este díptico fotográfico en una exposición en Figueres, su ciudad natal: una composición que evoca su nacimiento y la figura materna. La imagen de la derecha, con las velas de una mezquita de Estambul, contiene un homenaje privado a la madre; mientras que el retrato prematuro de la artista en blanco y negro recupera, de una manera evidente, el mito del origen. La relación con la madre como vínculo único y originario se confunde aquí con el primer retrato de un yo recién llegado al mundo

Montse Gomis, Serie autorretratos, 1999. Museu d’Art Modern de Tarragona

Montse Gomis, Serie autorretratos, 1999
Collage. Fotografía, transfer y collage sobre papel
23 piezas. Dimensiones variadas
Museu d’Art Modern de Tarragona

Veintitrés momentos de vida

Veintitrés momentos de vida propia documentados fotográficamente. Montse Gomis (Valls, 1954) condensa 45 años vividos en un ejercicio de autorretrato. Siempre en blanco y negro, algunas de sus imágenes documentan momentos de tránsito como la comunión, mientras que otros tienen un carácter privado que solo la artista conoce. Acompañadas de títulos en latín (Eventus, Germen, Comunnio...), la artista dibuja pequeñas figuras encima de las fotografías en una realidad paralela hecha de nubes, castillos, coronas o chimeneas. Un mosaico de elementos simbólicos que amplifican el carácter narrativo del conjunto y la idea del yo como relato de vida

Carme Coma, Autorretrato para el álbum familiar, 1975. Museu d’Art de Girona

Carme Coma, Autorretrato para el álbum familiar. 1975
Cerámica vidriada. 18,5 x 37 cm
Museu d’Art de Girona. Depósito Generalitat de Catalunya. Colección Nacional de Arte.

El paso de los días

Si bien se trata de una obra inicial, Carme Coma (Barcelona, 1950) ya incorpora el elemento fotográfico en el material cerámico, característica que desarrollará y que acabará definiendo su trabajo como ceramista. En su autorretrato, inserta su fotografía sonriente en un supuesto álbum familiar. Está formado por pequeñas placas de cerámica, cuatro de ellas incorporan variaciones mínimas de su imagen y, otras cuatro, experimentos con la materia, como por ejemplo grietas o agujeros regulares. Destaca la idea de serie o repetición, quizá como una referencia al paso de los días implícito en la misma idea del álbum familiar

Cristina Núñez, Monegros

Cristina Núñez, Monegros, 1996
Fotografía. 20 x 30 cm
Museu d’Art de Girona. Depósito Generalitat de Catalunya. Colección Nacional de Arte.

Antes del selfie

A los veintiséis años, la práctica del autorretrato la salvó de la heroína. Desde entonces, esta forma de conocimiento, encarnada en la representación propia, ha centrado el trabajo de Cristina Núñez (Figueres, 1962), tanto en su faceta plástica como didáctica. Los títulos de sus obras y exposiciones hablan por sí solos: We exist, I am an old woman, Self-portrait is prison, Close to me o Higher Self. Entre sus múltiples autorretratos, Monegros es un trabajo de juventud: una secuencia de doce pequeñas imágenes mirando a la cámara y con el campo aragonés al fondo como si se tratara de una hoja de contactos. Con una chaqueta de piel oscura que refuerza la aridez del fondo, y con una gran dureza en la mirada, la artista mira fijamente a la cámara en una exploración visual del yo antes del selfie.

Andrea Lería, Jardín ceniza

Andrea Lería, Jardín ceniza, 2017
Carbonilla sobre papel y texto. 152 x 190 cm
Museu d’Art Modern de Tarragona

Una forma biográfica de observar el mundo

Andrea Lería (Barcelona, 1980) compone relatos biográficos con fotografías familiares, textos, pinturas, dibujos y vídeos. Jardín Ceniza fue Premio Tapiró de la Bienal de Arte de la Diputació de Tarragona en 2017. Una composición que incorpora fotografías y dibujos de la infancia de la artista con la madre, y un diálogo sobre el amor paterno-filial que la artista mantuvo con su padre. Aunque contiene un acusado elemento autobiográfico, Lería insiste en la dimensión pública de su relato: "Las experiencias íntimas se convierten en instrumentos flexibles que comprometen la línea divisoria entre lo privado y lo público". Ella misma califica su trabajo como "una forma biográfica de observar el mundo".

Barbara Stammel, Hermana I y Hermana II, 1997. Museu d’Art Modern de Tarragona

Barbara Stammel, Hermana I y Hermana II, 1997
Oleo sobre tela. 170 x 160 cm (cada una)
Museu d’Art Modern de Tarragona
 

El lugar, inquietante, desde donde nos miran

Hermana I muestra una frialdad extrema. Hermana II, el cráneo deformado. En una imagen y en la otra, la pincelada ancha y rápida aporta expresividad, y la desproporción en las dimensiones del rostro intensifica el lugar, inquietante, desde donde nos miran. ¿Por qué Hermana I tiene las cejas arqueadas y aprieta los labios? ¿Por qué la artista es Hermana II? No sabemos qué historia de vida está asociada al retrato del yo. Sabemos que, en su ejercicio de autorretrato, Barbara Stammel (Söcking-Stamberg, Alemania, 1960) se construye tomando como referencia a la hermana. Con una factura expresionista, esta artista, establecida en Euskadi, confiere a la forma humana el tratamiento de objeto.

Fina Miralles (idea y acción) / Joan Casellas  Arxiu Aire (fotografía), El retorn, 2012

Fina Miralles (idea y acción)
Joan Casellas - Arxiu Aire (fotografía)
El retorno, 2012
Fotografía. 95 x 66,5 cm
Museu de l’Empordà

El baño como un retorno

El título no engaña: es un retorno. Después de treinta años sin llevar a cabo acciones en la naturaleza, Fina Miralles (Sabadell, 1950) realizó una inmersión acuática en el año 2012, en el nacimiento de la Caula, una garganta situada en el municipio de las Escaules, en el Alt Empordà. Recuperaba así el accionismo con que se dio a conocer en los albores de los años setenta. Recordando la visita de Marcel Duchamp y Man Ray a este pueblo ampurdanés, se lleva celebrando desde hace quince años un festival anual de performance. Fotografiada por Joan Casellas, alma del festival, el baño de Miralles en la Caula duchampiana -el baño como un retorno- fue la imagen del cartel del festival en su edición del año 2012.

Reverberaciones del yo

Hacia el 1899, Lluïsa Vidal se retrata en Barcelona con la paleta, el pincel y una bata de trabajo. Para decir quién es, nos cuenta que hace. Aparte de su reivindicación del derecho de las mujeres a hacer del arte una profesión, es interesante ver cómo a menudo el yo se explica mostrando en qué actividad se reconoce. Otros artistas se han retratado en el estudio, como Núria Batlle, si bien entre un estudio y otro hay 101 años de diferencia. En lugar del estudio, Neus Buira nos muestra este ámbito asociado al descubrimiento y al viaje interior que es la biblioteca personal, y Lara Almarcegui su trabajo en el huerto como un proyecto de crecimiento propio y social. Y si hablamos de extensiones o reverberaciones del yo, no podía faltar el espacio doméstico, denunciado en este caso por Martha Rosler y su cocina objetual.

Lluïsa Vidal, Autorretrato

Lluïsa Vidal, Autorretrato
Hacia 1899. 
Oleo sobre madera. 36 x 27 cm
Museu Nacional d’Art de Catalunya

El cuadro no cuenta

Deja de pintar y nos mira. Aquí el cuadro no cuenta, sencillamente no está. Una chica de veintitrés años apuesta por el arte. Hija de compositora y de ebanista, Lluïsa Vidal (Barcelona, 1876 - 1918) se forma en París con Eugène Carrière y copiando en el Louvre. Con los años, realizará muchos retratos de mujeres, a menudo sonriendo: madres e hijas haciendo la colada, chicas cosiendo o descansando y otras dibujando. Para su autorretrato de pincelada vibrante, elige el naranja sobre un fondo verde, una luz lateral y una mirada valiente. Vidal morirá a causa de la gripe de 1918. Aunque, años más tarde, algunos de sus cuadros aparecerán en el mercado con la firma cambiada y a un precio bastante más alto, este no será el caso de su autorretrato pintando, un ejercicio de afirmación en toda regla.

Semiotics of the Kitchen, 1975

Martha Rosler, Semiotics of the Kitchen, 1975. MACBA

Cuando la mujer habla

Apron [delantal], bowl [bol], chopper [picadora], dish [plato]... Una joven Martha Rosler (Nueva York, 1945) mostrando y enumerando objetos en la cocina de casa. Siguiendo un orden alfabético, sus gestos van evolucionando y, de descriptivos, van pasando a ser cada vez más amenazantes. El vídeo está construido como una parodia de un programa de cocina televisivo: Rosler se autopostula como una "anti Julia Child", una presentadora de un canal de televisión estadounidense que en los años sesenta acercó la cocina francesa al gran público. Lo más significativo, sin embargo, es el vocabulario de frustración que consigue crear con sus gestos y el yo como prisionero del espacio doméstico. La misma artista explicaba: "cuando la mujer habla, pone nombre a su propia opresión".

 

Lara Almarcegui, Building my allotment garden, 1999 - 2002. Museu d’Art Jaume Morera

Lara Almarcegui, Building my allotment garden, 1999 - 2002
Fotografía en color y texto. 80 x 90 cm
Museu d’Art Jaume Morera

Decidí convertirme en parte de la comunidad

"Un volkstuin es un terreno junto a las vías del tren o autopistas donde los habitantes de la ciudad cultivan hortalizas y flores. En una situación donde la vivienda, el espacio de trabajo y el espacio recreativo han sido masivamente planificados, los volkstuinen son una contestación al estado de las cosas, ya que son uno de los pocos lugares de la ciudad que no han sido diseñados por urbanistas y arquitectos, sino por sus usuarios."

Cuando Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972) se trasladó a Holanda en 1995, estuvo trabajando en una asociación de huertos comunitarios de Rotterdam durante tres años. Construyendo mi huerto urbano contiene una clara referencia autobiográfica: "Después de plantearme mi postura como artista, decidí convertirme en parte de la comunidad de volkstuinen".

Neus Buira, Biblioteca, 2000, Fotografía en color. Museu d’Art Jaume Morera

Neus Buira, Biblioteca, 2000
Fotografía en color
Museu d’Art Jaume Morera

El viaje interior

En el año 2000, Neus Buira (Lleida, 1967) participó en una exposición en el Palacio de la Virreina con la instalación Tómate tu tiempo [Autorretrato 2000]. Trasladó la sala de estar de su casa, en la calle Avinyó 27, a la Virreina: se llevó todo el mobiliario excepto la biblioteca. En su lugar, reprodujo una fotografía a tamaño real de la estantería con libros. En su acción de autorretrato, la única pieza de mobiliario que se resistió a dejar su espacio original pertenece al ámbito de la lectura. Si Buira suele trabajar con retratos de individuos que buscan la identidad, cuando aborda la representación de su espacio doméstico, se fija en un ámbito del yo asociado al descubrimiento y al viaje interior, en este caso: los libros.

Núria Batlle, Estudio, 2000. Museu d’Art Modern de Tarragona

Núria Batlle, Estudio, 2000
Técnica fotográfica sobre papel. 100 x 100 cm
Museu d’Art Modern de Tarragona

El estudio como espacio imposible

Para su autorretrato en el estudio, Núria Batlle (Barcelona, 1958) construye un espacio imposible. Acostumbrada a trabajar con imágenes de cuerpos de mujeres fragmentados que se confunden con elementos de la naturaleza, cuando aborda la propia representación, se sitúa encima de un fondo marino que invade, literalmente, el espacio de trabajo. A través de la superposición de imágenes, vemos a la artista faenando entre objetos heterogéneos en un lugar que parece un garaje doméstico con la puerta elevadora abierta mientras el agua del mar lo invade. Planteado como un palimpsesto de elementos visuales, su trabajo fotográfico goza de un acusado efecto pictórico.

Cuerpos intencionadamente políticos

En el ejercicio del autorretrato, hay quien huye de la introspección y entiende el cuerpo ni como un organismo natural ni como un elemento identitario, sino como una construcción política o un artefacto resultante de la arquitectura social. Es en este paradigma donde se sitúan algunas de las prácticas artísticas contemporáneas, las cuales someten a crítica la mismísima noción de identidad. Son los cuerpos intencionadamente políticos de Núria Güell, que investiga en la ciudadanía del yo a través de la idea de patria, y de Jo Spence, que revoca el imaginario pictórico de la maternidad. Es la denuncia del patriarcado en el ámbito del arte por parte de las Guerrilla Girls, las alteridades demonizadas de Marina Núñez y el placer negado invocado por Ana Laura Aláez. Finalmente, y con mucha ironía, Esther Ferrer desmonta el mito de la desnudez como el lugar privilegiado de la intimidad.

Jo Spence / Terry Dennett

Jo Spence / Terry Dennett, Remodelling Photo History, 1982
Fotografía a las sales de plata plastificada sobre soporte de plástico. 26,5 x 34,7 cm
Colección MACBA. Fundació MACBA. Obra adquirida gracias a la Fundación Banc Sabadell

El largo imaginario visual de la maternidad

¿Quién fotografía y quién se pone en el lugar del modelo? ¿Quién es sujeto y quién es objeto? Nombre emblemático del feminismo, Jo Spence (Londres, 1934 - 1992) colaboró profusamente con Terry Dennet (Londres, 1938 - 2018) en proyectos de fotografía social y acción política. En Remodelling Photo History (The History Lesson) cuestionan los modelos dominantes de representación visual a través de lo que llaman "fototeatro". Son imágenes escenificadas que ponen en duda, desde la misma práctica fotográfica, los géneros en el uso de la fotografía occidental. Además de ejercer a la vez de modelos y autores de la fotografía, esta escena tiene una fuerte carga semiótica que revoca como pocas el largo imaginario visual de la maternidad.

Ana Laura Aláez, Sade, 1999. Museu d’Art Jaume Morera

Ana Laura Aláez, Sade, 1999
Fotografía en color. 126 x 165 cm
Museu d’Art Jaume Morera

Una intimidad satisfactoria

"Siempre imaginé que el Marqués de Sade era el seudónimo tras el que se escondía una mujer. [...] ¿Y si detrás hubiera una delicada poetisa como Safo que necesitara expresarse y ser reconocida en otras direcciones más turbias?". Convencida de que detrás de una defensa tan férrea del placer físico (tal y como se puede leer en los libros de Sade) tenía que haber una mujer, Ana Laura Aláez (Bilbao, 1964) construye una ficción visual como una reivindicación del yo más carnal. Con toda la carga icónica del objeto pintalabios, plantea una acción en la que se pone en el lugar de la supuesta autora, la cual firmó como Sade. En un texto de 2011 que comenta esta obra, la artista traza una larga genealogía de mujeres que han negado de maneras diferentes su identidad física y emocional, y reclama "una intimidad satisfactoria, contra la sexualidad reproductiva u obligada".

Marina Núñez, Sin Título

Marina Núñez, Sin Título (Monstruas), 1997 - 1998
Oleo sobre tela. 235 x 136 cm
Museu d’Art Jaume Morera

Lo que queda fuera

Una mujer se autoagrede. Sobre un fondo negro, nos mira desde el suelo, donde está sentada con las piernas desnudas. Forma parte de la serie denominada Monstruas, pintada entre 1994 y 1998 por Marina Núñez (Palencia, 1966). Anteriormente, había pintado las series Siniestras y Muertas. Y después, Locas y Cyborgs. Y es que esta pintora pone su habilidad técnica con el retrato al servicio de desmontar el imaginario simbólico de occidente proyectado sobre el sujeto mujer. Durante siglos, mujer es lo que queda fuera: de la norma, de la ley, del canon, de la razón, del mundo. De entre todas las mujeres que pintó, inquieta esta figura por el parecido físico con la artista.

Documentación de la acción realizada en 1977

Esther Ferrer, Íntimo y personal
Documentación de la acción realizada en 1977 en el taller de Fernando Lerín a París.
Fotógrafa: Ethel Blum]
, 1977. MACBA

Vuelva a empezar las veces que quiera

"Esta acción puede ser realizada por una sola persona o por muchas a la vez, sin discriminación de sexo, edad o condición. También se puede realizar entre sí, por parejas y en fila, el primero es medido por el segundo, que a su vez es medido por un tercero, etc. Puede hacerse desnudo o vestido, de pie o tumbados, en cualquier posición y situación. Ante público numeroso o en la más completa soledad".

Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) escribió en 1971 unas instrucciones para poder realizar esta acción, que ella misma llevó a cabo en 1977 y que ha repetido en varias ocasiones. Que un elemento tan íntimo y personal como las diferentes partes de un cuerpo desnudo se conviertan en simple objeto de medida nos da una idea de la dimensión política de la acción de Ferrer. Reducido a pura cifra, ¿en qué queda el mito de la desnudez? ¿Es la intimidad un simple dato cuantitativo? Ferrer termina el texto con una dosis de ironía: "Si el resultado le ha satisfecho plenamente, vuelva a empezar las veces que quiera".

It’s Even Worse in Europe

It’s Even Worse in Europe (Todavía es peor en Europa). 1986
Tinta impresa sobre papel
43,3 x 56 cm
Colección MACBA. Consorcio MACBA

 

 

 

It’s Even Worse in Europe (Todavía es peor en Europa)

A mitad de los años ochenta, en los edificios de Manhattan aparecieron carteles con preguntas impertinentes. En ellos, se veían mujeres desnudas con la cabeza cubierta con una máscara de simio y se leían mensajes como: ¿Deben ir desnudas las mujeres para entrar en el Metropolitan Museum? Con el nombre de Guerrilla Girls, un colectivo anónimo de artistas ponía en tela de juicio el silencio y la falta de visibilidad de las mujeres en el mundo del arte. Adoptando estrategias de la llamada comunicación "de guerrilla", el activismo de las Guerrilla Girls en la calle y en museos se mantuvo activo hasta finales de los años noventa. El suyo fue un autorretrato de guerrilla. Si bien uno de los carteles más conocidos de este colectivo es el que evoca el cuadro de Ingres, La gran odalisca, no debemos olvidar el mensaje del segundo.

 

Do Women Have to Be Naked to Get into the Met. Museum?, 1989
Tinta impresa sobre papel. 27,3 x 71,1 cm
Colección MACBA. Consorcio MACBA

Núria Güell, Apátrida por voluntad propia, 2015 - 2016. Museu d’Art Jaume Morera

Núria Güell, Apátrida por voluntad propia, 2015 - 2016
Instalación. Medidas variables
Museu d’Art Jaume Morera

Sujetos políticos

Núria Güell (Vidreres, 1981) solicitó al Estado español que se le retirara la nacionalidad en un proceso que, con la ayuda de una abogada contratada, se alargó un año y medio. Finalmente, el Ministerio de Justicia español le negó el derecho a ser apátrida alegando que la no nacionalidad no se adquiere por voluntad propia, sino que es un castigo impuesto por el Estado. "El proyecto surge de mi desidentificación con la estructura Estado-nación y de mi rechazo a la nacionalidad como construcción identitaria impuesta", explicaba la artista. En una instalación, en la que explica todo el proceso que llevó a cabo, denuncia la instrumentalización por parte del Estado moderno de nuestra condición de sujetos políticos.

 

El cuerpo ausente

Ciertamente, la naturaleza, las verdades matemáticas o el inconsciente van más allá de la propia individualidad y, sin embargo, la constituyen. Es esto lo que ponen de manifiesto algunas formas de representación que diluyen la presencia física hasta hacerla desaparecer, o la ponen en diálogo con elementos naturales y realidades que nos sobrepasan. Es el yo onírico de Itziar Okariz, o el yo transformado en una chimenea adivinadora de Denys Blacker. Es también la geometría universal de Àngels Ribé, o el retorno a algunos elementos primigenios como el árbol o la paja, de Fina Miralles. Unas y otras, acaban diluyendo la propia presencia humana hasta borrarla.

Denys Blacker (idea y acción) i Joan Casellas-Arxiu Aire (fotografía), Kapnomància

Denys Blacker (idea y acción)
Joan Casellas - Arxiu Aire (fotografía)
Kapnomància, 2013
Fotografía. 100 x 70 cm
Museu de l’Empordà

Utilizo vestidos como una extensión del propio cuerpo

"A menudo utilizo vestidos como una extensión de mi propio cuerpo", explicaba Denys Blacker (Londres, 1961) en una entrevista realizada en el 2019. Residente en el Empordà desde hace más de 30 años, ha participado en eventos de arte de acción en todo el mundo. El vestido es uno de sus elementos habituales, planteado como una extensión orgánica del propio cuerpo, aunque a veces esto suponga incluso su desaparición. Kapnomancia forma parte de la serie Extensiones, en que la artista se cubre con una larguísima capucha monástica. Siendo fiel al título de la acción -consiste en una antigua técnica de adivinación a través del humo-, salía humo de su largo cuello. La acción se realizó en el marco del festival de acción y performance La Muga Caula del año 2013, convirtiéndose dicha acción en el cartel que difundió su novena edición.

Itziar Okariz, Diario de sueños

Itziar Okariz, Diario de sueños, 2016 - 2017
Instalación. Mides variables
Museu d’Art Jaume Morera

Fidelidad onírica

Durante el otoño de 2016 y el invierno de 2017, Itziar Okariz (San Sebastián, 1965) fue registrando sus sueños nocturnos durante casi dos meses, los cuales enviaba cada día al museo, donde se colgaban en la pared. Intentando mantener la fidelidad onírica, con huecos en el discurso y palabras repetidas, la artista los acompañaba de dibujos. En una segunda acción, Okariz se desplazó al espacio expositivo y leyó sentada ante el público su diario de sueños a dos voces, aumentando así su inteligibilidad. Se trata de una autobiografía onírica o el registro de ese otro yo nocturno que configura también nuestra identidad.

Àngels Ribé, 3 puntos 2

Àngels Ribé, 3 puntos 2, 1972
Fotografía a las sales de plata
60,8 x 66,3 cm
Colección MACBA. Fundación MACBA. Obra adquirida gracias a Dinath de Grandi de Grijalbo

La sensación de estar inmersa dentro de estructuras desconocidas

“Moltes de les meves peces tenen a veure amb la relació que hi ha entre la meva altura, el sol i la meva ombra; o jo entre dos punts i una cinta i la meva altura i tots els infinits triangles que poden tenir lloc”, explicava Àngels Ribé (Barcelona, 1943) l’any 2012 en una entrevista. Aquesta pionera de l’art d’acció a Catalunya, pren el seu cos com un element per indagar en la condició geomètrica de l’espai. A la sèrie que porta per nom 3 punts, realitzada entre 1970 i 1973, experimenta amb la noció de triangle. “La sensació d’estar immersa dins d’estructures desconegudes. Estem tan envoltats de geometria. [...] Hi ha una connexió amb el sol i per tant, amb l’univers.”

Relació del cos amb elements naturals. El cos cobert de palla, Sabadell, gener de 1975

Fina Miralles. Relaciones. Relación del cuerpo con los elementos naturales.
El cuerpo cubierto de paja, Sabadell, Enero de 1975

1975 Acción
Negativos originales
Colección del Museu d’Art de Sabadell

 

 

 

Plantarse

Designadas como Traslaciones y Relaciones, las acciones realizadas en la naturaleza por Fina Miralles (Sabadell, 1950) insertan el cuerpo de la artista en un contexto natural hasta hacerlo desaparecer. Mientras que en Mujer-árbol, realizada en noviembre de 1973 en los bosques de Sant Llorenç del Munt, la artista entierra verticalmente sus piernas hasta plantarse; en Relación del cuerpo con la paja, realizada en Sabadell en enero de 1975, recubre totalmente su cuerpo con paja. Si en la tradición artística encontramos numerosos cuadros que reproducen a la mujer como un elemento natural permanentemente disponible para el otro -masculino, claro-, Fina Miralles decide que ella es el sujeto de la naturaleza, aunque sea para recordarnos nuestra condición arbórea o vegetal.

 

Fina Miralles. Dona arbre, Sant Llorenç del Munt, novembre de 1973
Acció. Negatius originals
Col·lecció del Museu d’Art de Sabadell