Una rapsodia visual

Música, sonido y silencio en las colecciones de los museos
de la Red de Museos de Arte de Cataluña

Comisaria: Montse Frisach

Música celestial versus música apocalíptica

Si nos fijamos en la iconografía de las miles de obras medievales donde aparecen ángeles músicos, el cielo cristiano es el paraíso de los melómanos. Así que, si sois amantes de la música, más os vale portaros bien en esta vida, ya que parece ser que en el cielo de los cristianos es donde se atesoran los sonidos más excelsos. Las grandes jam sessions entre los ángeles residentes y las almas de los grandes músicos desaparecidos de la historia humana deben de ser legendarias. Para los artistas medievales, los grandes acontecimientos divinos y humanos se anunciaban o se amenizaban con la música de seres sobrenaturales, por si la música que hacían los humanos incitara a actos pecaminosos. Así que cuando una música nos llega al alma, aún la calificamos de “música celestial”. Parece ser que en los momentos más complicados y sanguinarios, como el Juicio Final o la Pasión de Cristo, también suena música, pero en este caso es una banda sonora parecida a una película de terror.

Tocamos y bailamos. Músicos, danzas y musas

Los artistas plásticos han sido amigos de músicos y bailarines, los han retratado y han representado la magia de los conciertos y los movimientos en el aire de los danzantes; como si la música y la danza se pudiera atrapar dentro de una tela, la piedra o el mármol. Gracias a ellos también hemos visto los rostros de los músicos callejeros o de los músicos anónimos. Todo ello, sin dejar nunca de invocar a las musas y santas.

La música de las formas

La música en las obras de arte visuales no solo consiste en la aparición de la música de manera naturalista o en sus intérpretes. Las formas, la distribución de los diversos elementos, los colores, los trazos y los espesores, la vibración de la composición son como las notas, los acordes y el ritmo de una pieza musical. La música no solo se halla sobre un pentagrama o en la improvisación de una banda, sino también en la danza y sus movimientos en el espacio. A menudo las esculturas abstractas son como los apuntes de los coreógrafos; las pinceladas nerviosas de las pinturas son como la cadencia del jazz; y en los mundos paralelos imaginados por los pintores se esconde una música interna desconocida y misteriosa.

El silencio es música

John Cage confirmó con su 4’33’’ que es imposible componer una pieza musical completamente silenciosa. Mientras se interpreta la obra es muy difícil que no se incorpore algún sonido, por mínimo que sea, por más que se intente. Del mismo modo, no es cierto que Malévich creara la nada con pinturas como Blanco sobre blanco o Cuadrado negro sobre fondo blanco. El silencio es una utopía. Sin embargo, la música sin silencio no puede existir. “Hay quien piensa que la muerte es lo que le da sentido a la vida. Por la misma regla de tres, el silencio podría ser lo único que le da sentido a la música”, escribe Mark Tanner en su libro Música y meditación. En una ocasión, Jordi Savall interrumpió la ópera Orfeo en el Liceo a causa del ruido de la gente durante los segundos de silencio de la composición de Monteverdi: “Los silencios son tan importantes como los momentos plagados de notas”. Las obras de arte visuales no solo contienen silencios muy diversos sino que también los provocan, en un mundo saturado de ruido.