Si nos fijamos en la iconografía de las miles de obras medievales donde aparecen ángeles músicos, el cielo cristiano es el paraíso de los melómanos. Así que, si sois amantes de la música, más os vale portaros bien en esta vida, ya que parece ser que en el cielo de los cristianos es donde se atesoran los sonidos más excelsos. Las grandes jam sessions entre los ángeles residentes y las almas de los grandes músicos desaparecidos de la historia humana deben de ser legendarias. Para los artistas medievales, los grandes acontecimientos divinos y humanos se anunciaban o se amenizaban con la música de seres sobrenaturales, por si la música que hacían los humanos incitara a actos pecaminosos. Así que cuando una música nos llega al alma, aún la calificamos de “música celestial”. Parece ser que en los momentos más complicados y sanguinarios, como el Juicio Final o la Pasión de Cristo, también suena música, pero en este caso es una banda sonora parecida a una película de terror.